Propuestas y análisis de IU
Vivimos
en un sistema que llamamos democracia, es decir el poder es del pueblo, de la
gente, sin embargo y sorprendentemente
la materia que exactamente se refiere al centro de la democracia, la
participación de los ciudadanos y ciudadanas
en las decisiones públicas, brilla por su ausencia.
Especialmente
los municipios se caracterizan - en comparación con otros sectores de la
política - por la proximidad de las instituciones y los ciudadanos y, en
consecuencia, en el espacio local
debería darse con naturalidad una
democracia de cercanía, con decisiones directas, consultas permanentes, caminos
serios para lanzar propuestas...
Pero
no es así.
En
la política se conoce hasta la saciedad el discurso de las buenas intenciones,
qué hay que hacer o qué se debe hacer…. Pocas materias han sido tan maltratadas
como el tema de la participación, la democracia participativa o el control que
puede y debe ejercer la gente en las administraciones, mediante, por ejemplo,
auditorias públicas. Maltratadas en el sentido de prometer mucho y cumplir muy
poco.
Un
ejemplo entre muchos es la última edición del “Reglamento de participación
ciudadana” del 2012 presentado por la todavía alcaldesa Rosa Valdeón que está
tocando la dulzaina de la importancia de la participación: “un instrumento
fundamental para fortalecer los valores democráticos…” dice. Je, je, je..
Música celestial.
Creo
que este afán de prometer o de expresar meras intenciones, de pedir la
participación que observamos en todo tipo de niveles de la legislación, empezando
con la constitución de 1978, “Ley de Régimen Local” del 1985, “Reglamento de
Organización de las entidades Locales” de 1986, es la expresión de algo que ha
quedado pendiente, una asignatura que se solía dejar para septiembre y así
hasta hoy.
¿Por
qué? Tal vez se acumula una buena ración de mala conciencia o de mala intención
en frases como “Profundizar en la extensión de la participación ciudadana como
fórmula más democrática para desarrollar la gestión local” (“Reglamento de
participación ciudadana” de 2012): mala conciencia porque se conoce
perfectamente la preocupante deficiencia democrática de la vida política de
nuestra sociedad y mala intención porque es evidente que no quiere realizarse y
se conoce muy bien quién se beneficia de ello.
La
frustración y el desinterés en la materia de participación tiene una razón
clara y profunda: se deben a una práctica política que al final poco tiene que
ver con el esfuerzo de facilitar a nosotros, los ciudadanos o a la gente
realmente una vida feliz, seguro, con la garantía de satisfacer las necesidades
básicas, como sanidad, alimentación, trabajo
etc. Claro, donde el vecino, la gente no es objetivo o fin del de la política, por ejemplo –invertir dinero
en la sanidad pública en la construcción de un nuevo hospital que sin embargo
no dispone después del presupuesto para realizar un funcionamiento adecuado, se
ahorra en camas y atención…. (todo eso beneficia a ciertos sectores) lo mismo
se puede decir de un teatro, el Ramos Carrión que al final no tiene dinero para
una programación que legitimaría esa inversión – donde no es objetivo final de
la política, entonces cómo y por qué debe o va a participar el ciudadano?
Solamente
si los fines políticos se dirigen hacia la gente, existe una voluntad de participación
seria, sin mala conciencia. Y es entonces cuando también la gente percibe que tiene la
obligación de participar en el diseño de su realidad, su vida y sus
posibilidades.
¿Qué
hacemos entonces? No se puede hacer nada mientras no cambie todo? No es así. Siempre hay posibilidades de aumentar el
protagonismo de la sociedad civil, incluir a la gente en las decisiones,
escuchar su opinión, crear o abrir caminos para ejercer el derecho de
pronunciarse, de opinar en los gremios,
crear consejos donde se participe, asambleas
ect, de manera real y efectiva, no simulacros de participación.
Es
importante empezar a crear una cultura de participación, que se alimente entre
otras cosas de procedimientos tan básicos como informar exhaustivamente a los
vecinos de un barrio sobre las intervenciones que se prevén o que están en
planificación (P.e.: la margen izquierda del Duero, nadie habló realmente con
los vecinos que son buenos conocedores de su zona... )
Solamente
si se toma en serio a la gente, habrá una posibilidad de participar de manera
seria. Un punto muy importante es también la forma de cómo organizar, legislar
la participación, el marco de leyes y normas, la transparencia en los caminos
de la transmisión y la comunicación por ejemplo entre las Asociaciones de
Vecinos y el Ayuntamiento, es decir aclarar los criterios y los argumentos de
porqué una cosa que se pide se realiza y otras no….
Hoy
sin embargo existe a nuestro
alrededor una cerrada red de intereses y clientelismos que empañan
las relaciones y las decisiones toman
caminos nebulosos entre reglamentos y intereses políticos.
IU
propone como medidas inmediatas agotar las posibilidades del reglamento actual,
es decir por ejemplo, poner en práctica de verdad los consejos sectoriales y
territoriales …
Además
se proponen los siguientes medidas:
Iniciativa Municipal Ciudadana para llevar al Pleno propuestas
avaladas con un 3% del Censo (actualmente es el 10%).
Presupuestos participativos en cuanto a la inversión (el20% del
total de la inversión ladecidirán los barrios, para lo que se creará un
Reglamento que regule el proceso).
Consulta ciudadana en la elaboración de los
Presupuestos.
Consejos de Distrito (por barrios) y Sectoriales (por temas) como
elementos básicos de la Participación Ciudadana.
Separar actos y declaraciones políticas de
ceremonias religiosas.
Puesta en común de las Ordenanzas
Fiscales con
representación de la ciudadanía, organizaciones sociales, vecinos, sindicatos y
empresariado, constituyendo un Consejo Económico y Social de ámbito local.
Referendos sobre temas de interés ciudadano.
Promover la participación colectiva e individual de la ciudadanía en los plenos
municipales
Creación de centros cívicos. Para lo cual se gestionará con la
administración provincial, autonómica y estatal la cesión de uso de aquellos
edificios de su propiedad que carecen de uso actual.